Dos banderas, dos realidades
- Alejandro Casanova
- 18 may 2023
- 3 Min. de lectura
La bandera transinclusiva se cuela en la final de Eurovisión 2023

Como un dardo sin escrúpulos al gobierno de Meloni o un jarro de agua fría en contra del fascismo. Se dice que Eurovisión no es política. ¿O sí? La gran final del festival ha vuelto a convertirse en el mayor escenario para reivindicar los derechos del colectivo LGTBI. Y de qué manera. Lejos del triunfo sueco de la mano de Loreen o del decimoséptimo puesto de la ilicitana Blanca Paloma, Marco Mengoni, representante de Italia en Eurovisión 2023, ha sido uno de los artistas más aclamados de la noche por ondear, sobre su contendiente mano, una bandera transinclusiva a favor del matrimonio igualitario.
La de Loreen ha sido una victoria pírrica, de esas que calan en el espectador. Sin embargo, más allá de su triunfo, con o sin plagio de la mítica Flying Free, si ha habido otro candidato que voló bien alto fue Marco Mengoni. Tras ganar el Festival de Sanremo, la candidatura italiana ha sido una de las que más desapercibidas ha pasado durante la temporada eurovisiva.
La balada de Mengoni se había visto eclipsada por un sinfín de rumores sobre su verdadera sexualidad, una temática a la que se vuelve de forma cíclica, servida de un buen espresso con doble de sensacionalismo, y que siempre ha sido un secreto a voces en Italia. Precisamente Due Vite, el título de la canción, podría hacer referencia a las dos vidas que, trazadas sobre un lienzo amarillo de rumor e infoxicación, el cantante estaría llevando en secreto.
Lidiar con Mengoni y la delegación italiana durante la semana grande podría considerarse una ardua misión. Si en 2013 representó a Italia con L'Essenziale, una balada muy personal con la que consiguió un séptimo puesto, este año, las respuestas a la prensa no han sido más que eso, las esenciales. Mientras la interpretación de los medios especializados se veía reducida al simplismo de unas entrevistas cargadas de contenido vacío, la prensa italiana, seducida por el sensacionalismo, no hacía más que alentar la polémica y el chisme entre los sectores más amarillistas del país.
De lleno en la final del sábado, la actuación de Mengoni fue, ante todo, intensa. Desde el primer momento en el que pisó el escenario de Liverpool en la flag parade, el italiano dio un golpe en el tablero al aparecer con dos banderas sobre sus manos, un portento de seguridad y un puñado de sonrisas dibujadas sobre un rostro convincente.
Dos banderas, dos realidades: la italiana en representación del patriotismo, de Sanremo, ese festival generacional del que tantos triunfos ostenta y que podría considerar su segundo hogar; la arcoíris, en contraposición, como símbolo de lucha y prosperidad. Un boceto de una Italia igualitaria, luchadora y ambiciosa, pero sobre todo, comprometida con los derechos LGTBI, mermados y vilipendiados con la llegada del invierno legislativo de Giorgia Meloni.
Y es que, aunque su canción deleite al espectador con un viaje íntimo, la balada también invita a valorar las pequeñas cosas de la vida. Mengoni es de disfrutar de los instantes y ello se ha hecho notar en los acordes de su propuesta. A uno le cuesta creer, en pleno 2023, que un país de fraternidad mediterránea con España, enriquecido culturalmente y atalaya privilegiada a nivel europeo, siga sin aprobar el matrimonio igualitario.
Bajo el codici 11, Italia cosechó una tercera posición del jurado, pero, ante todo, se ganó el cariño de todos los espectadores que se apoderaron del televisor durante la noche del sábado. Si algo queda claro es que tanto Mengoni como el colectivo LGTBI en Italia, ya han ganado.
La actuación de Italia en Eurovisión 2023, a continuación:
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